sábado, 4 de diciembre de 2010
En espera del cielo
Me cala tu ausencia en esta noche fría. El viento va penetrando las hondas hendiduras que anoche dejaron tus huellas.
Me invade la tristeza, saboreo la acídez que provova la soledad en ésta noche fría.
Mi cama clama la cálidez de tu espalda a media noche, mi cuna en éstas noches pasadas, en donde el mundo se define en la curvatura de tu espalda y las mieles surcan mis muslos después de la marea enfurecida causada por tus embestidas en mi playa al ritmo de pasión que vivimos en noches pasadas.
Te necesito, necesito pasar las yemas de mis dedos por cada centímetro de tu espalda.
Conservo la sensación de esos instantes a flor de piel.
Recorro a diario la huella valiente de cada uno de los pasos que ese día vencierón la distancia que separaba nuestras vidas, porque fue en ese momento tan fugaz, que supe que mi corazón no estaba muerto sino dormido esperando recuperar el rumor de un latido, tan ausente del tiempo, que ni siquiera podía retenerse en la memoria.
Acudo a menudo los minutos en tu cuerpo para alimentar a las mariposas que anidan en mi regazo, adictas a una ternura que exige dosis constante de ti.
Y se me derraman los recuerdos en palabras que nacen sin esfuerzo ni dolor, para ser prosa o poesía con la misma delicadeza con que tus ojos las susurran a mis labios.
Los sueños de ayer son planes de presente, porque del futuro únicamente esperamos que nos siga sorprendiendo, juntos.
Busco en la oscuridad de mi cielo ese lugar especial en donde perderme, pero hoy pero no preciso viajar lejos para hallar lo que deseo, si tropiezo en tu regazo... ya me basta para tocar el cielo
Sin embargo, caen lágrimas de Luna desde el cielo, y he puesto lluvia para que nos sirva de puente al arco iris; el otoño vestido de nieve será el encuadre perfecto para un abrazo interminable, y la luna permanecerá apagada esta noche, así, en completa oscuridad podremos plantar nuevas estrellas y bautizar constelaciones con el nombre de los deseos cumplidos.
Rindo mi piel a tus dedos de músico con una sola condición, debes componer sobre ella la melodía más dulce que puedas tararear con el alma, para que yo luego la pueda ensayar en tu cuerpo. Quizá mis manos vibren de una forma extraña amor, porque el caso es que todavía... tiemblo al esperarte.
A.
Etiquetas:
En tu espera,
necesidad en esta noche fría
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
completamente hermoso, es un placer leerte amiga...
ResponderEliminarHoreb Torres
Querido Horeb, sumamente honrada por tu visita y tu comentario en este pedacito de mi cielo.
ResponderEliminarBesitos plateados.♥