
Exangües en los labios
heridas por el látigo del hambre
vacían cada noche su agonía
en el cofre del desaire
mis ansias de besar.
Y entonces… tú
y mi boca estremecida entre tu aliento.
Ceñida la rutina a mi cintura
tocando de gala mi tristeza,
no sabe, no puede,
no quiere contener esa caricia
que da vida a mis caderas.
Y entonces… tú
y mi cuerpo temblando entre tus dedos.
Ya no cuento atardeceres
sabiéndote enredado
en la sombra de mi pelo
Ya no lucho contra el sueño
si tu voz impenitente
me reclama enfebrecida en su deseo.
Ya no esquivo los embates de las olas
si tu cuerpo se derrama
navegando a la frontera de mi vientre
Y entonces... tú
y mi alma derrotada entre tu beso.
Y entonces... tú
y ahora y siempre.
Luna